Difícilmente algo sea tan popular en Brasil -al lado de las havaianas y del churrasco- como la cachaça. El aguardiente de caña, exportado para decenas de países e ingrediente principal de la legítima caipirinha, tiene un fuerte apelo para extranjeros que visitan el país. Hoy, el mercado brasileño nacional es abastecido por más de 4 mil marcas de la bebida, según datos de la Asociación Brasileña de Bebidas (Abebe), que calcula que existan cerca de 39,2 mil pequeños negocios en el sector, que representan cerca del 99% del total de productores. Y las exportaciones no paran de crecer: solamente el año pasado, las ventas superaron US$ 16,5 millones -de los cuales el 11% de este volumen se destina a los consumidores norteamericanos.
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Con la realización del mundial de fútbol, la venta de cachaça debe ser más fuerte en las 12 ciudades que abrigan la Copa Mundial, incluyendo Porto Alegre. Esa es la proyección de empresas como Weber Haus -una de las más premiadas de Brasil con más de 40 premios de excelencia. Tanto que la marca lanzó un rótulo especial, bautizado como Camisa 8. Las botellas guardan una cachaça de alambique almacenada durante un año en un tanque de acero inoxidable con toques de roble -en las versiones "silver" y "gold", ambas orgánicas.
Durante toda la Copa, en Porto Alegre, se vende en el Cais do Porto, en la Praça da Cachaça, y en un quiosco del Campamento Farroupilha, además del Mercado Público, en la tienda 92 (Cachaçaria do Mercado).
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